Quién pagará la crisis que viene, prioridad para el 10-N

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José Luis Centella.

El 10 de noviembre se repetirán las elecciones generales. Han sido más de cinco meses de amago de negociaciones entre la dirección del PSOE y Unidas Podemos que terminaron con el desencuentro que ha imposibilitado formar una mayoría parlamentaria que permitiese a Pedro Sánchez formar Gobierno. Ese fracaso de las negociaciones puede llevar a la frustración a un buen número de votantes de estas fuerzas políticas e, incluso, a plantearse no participar en los comicios. Ante esta posibilidad, fruto de un explicable cabreo, es muy importante ser conscientes de lo que nos jugamos ese 10-N.

Resulta fundamental saber que en la repetición electoral no nos jugamos cómo resolver el pulso entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, si el acuerdo debe ser en clave de gobierno de coalición o de acuerdo programático; lo que nos jugamos ni más ni menos es determinar quién va a pagar las consecuencias de la próxima crisis económica, una crisis que ya está encima. La ciudadanía tiene derecho a saber si por segunda vez, como ocurrió en 2008, la pagarán las clases populares o por una vez conseguimos que lo hagan quienes la están provocando, en especial las fuerzas del capital en la sombra.

La cúpula socialista debe explicar si se rebelará contra las medidas que buscan imponer las instituciones económicas de la Unión Europea o hará igual que Rodríguez Zapatero y aplicará dócilmente los recortes que dicten desde Bruselas

Sobre la mesa hay un hecho incuestionable: si en 2008 las consecuencias las sufrieron millones de trabajadoras y trabajadores, a día de hoy, con una legislación laboral más regresiva, con una ‘ley Mordaza’ que castiga y condena cualquier manifestación de protesta, es evidente que la patronal, el capital, dispone de muchos más recursos para que la crisis la paguen los mismos. De ahí que, por encima de la necesidad de autocrítica que habrá que exigir en su momento, lo que toca ahora es salir a votar para conseguir que la recesión no recaiga sobre los más débiles.

No se pueden presentar estas elecciones como una ‘pelea de gallos’ entre los principales líderes políticos. La responsabilidad de Pablo Iglesias, Alberto Garzón y de otros/as dirigentes de Unidas Podemos es no caer en esta trampa y exigir que Sánchez y su dirección expliquen con claridad sus compromisos programáticos en materia de pensiones, legislación laboral o derechos ciudadanos, por ejemplo. El líder del PSOE debe decir claramente si está dispuesto a comprometerse con un programa para derogar la reforma laboral, la ‘ley Mordaza’ o incluso la LOMCE, porque de estas cuestiones dependerá que la crisis no la paguen los más débiles.

Pero la cúpula socialista también debe explicar si se rebelará contra las medidas que buscan imponer las instituciones económicas de la Unión Europea o harán igual que Rodríguez Zapatero y aplicará dócilmente los recortes que dicten desde Bruselas.

De la misma manera, desde Unidas Podemos debe plantearse con claridad que por encima del debate del futuro Gobierno está el objetivo de tener un potente grupo parlamentario que fuerce la derogación esas leyes antisociales y represivas, que se aprobaron entre 2010 y 2015, y luego poder aprobar un nuevo marco legislativo, tal y como se planteó en las propuestas de acuerdo enviadas al PSOE en septiembre.

La cuestión es dejar claro que el objetivo de Unidas Podemos no es tanto entrar en la pelea para entrar en un nuevo Gobierno, sino conseguir estos objetivos. Para ello es importante tener una perspectiva estratégica rupturista que nace del convencimiento de que con el actual marco institucional es imposible cualquier salida de la crisis favorable a la mayoría social trabajadora.

Además de todo ello, habría que pedirle al PSOE que deje de pedir el apoyo a la fuerza política de la derecha, porque es evidente que tras una alianza con ese partido será imposible garantizar los derechos de las capas populares. Pretender gobernar con acuerdos a derecha e izquierda en momentos en los que nos jugamos las condiciones de vida de millones de personas no sólo es imposible, sino que puede ser un engaño.