Rivera inicia campaña con sus ‘jabalíes’

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Albert Rivera y Marcos de Quinto
Albert Rivera y Marcos de Quinto han formado pareja antisanchista en el partido y el grupo parlamentario. / EUROPA PRESS

Virginia Miranda.

El cuartel general de Ciudadanos calienta motores ante un posible 10-N y Albert Rivera ha pisado el acelerador nada más aterrizar en el Congreso. Despojado de las voces críticas, el líder de la formación naranja cuenta con fieles como Inés Arrimadas para dar la batalla y, como preludio de la bronca electoral que se avecina, recién llegados como Marcos de Quinto o Edmundo Bal han estado acumulando horas de vuelo para batirse con el adversario en sede parlamentaria, en redes sociales o en debates. Con dos frentes abiertos a izquierda y derecha, las encuestas en contra y la posibilidad de que se abran de nuevo las urnas, los naranjas han desplegado toda la artillería pesada en una arriesgada jugada de estrategia.

Albert Rivera se fue de vacaciones en medio de una desbandada de voces críticas con su “no es no” a Pedro Sánchez y su regreso no está siendo mucho mejor. Las encuestas les dan una pérdida de votos y escaños ante la cada vez más probable nueva convocatoria electoral y su particular batalla con el PP se ve amenazada por la reagrupación del voto útil de derechas en torno al proyecto de Pablo Casado.

Lo positivo de este balance es que la disidencia apenas aparece ahora representada por Luis Garicano, a la cabeza de la delegación de Ciudadanos en el Parlamento Europeo y sin ganas de hacer ruido tras el Consejo General del 29 de julio, cuando la disolución del hasta entonces equipo económico liderado por Toni Roldán y Francisco de la Torre , la renuncia de Xavier Pericay como miembro del Comité Ejecutivo y el duro artículo contra Rivera del también fundador del partido, Francesc de Carreras, fueron contestados con una reorganización de la cúpula de Alcalá, 253, desacomplejada y resistente a las presiones favorables a la investidura del líder socialista con la participación, por activa o por pasiva, de la formación naranja.

Inés Arrimadas
Inés Arrimadas ha descargado sobre sus hombros parte del liderazgo de Rivera. / EP

El goteo de bajas ha continuado con el arranque del curso político –De la Torre ha dejado su acta de diputado y Javier Nart ha abandonado Cs aunque no su escaño en la Eurocámara–, pero el efecto no está siendo el mismo sobre todo ahora que la determinación de Rivera contra Sánchez ha rebajado la presión que, desde las elecciones generales del 28 de abril, habían ejercido sobre él el PSOE, la prensa y hasta la CEOE.

Arrimadas, la voz cantante

Inés Arrimadas ha sido uno de los principales apoyos de Albert Rivera en su estrategia antisanchista. Desde la campaña electoral a las generales, donde se estrenó como cabeza de lista por Barcelona, ha sido una de las dirigentes encargadas de aligerar el peso de su hiperliderazgo en uno de los periodos más difíciles para Cs, cuando sus acuerdos con el PP en ayuntamientos y comunidades autónomas con la anuencia de Vox, su renuncia a garantizar la gobernabilidad del país y las críticas internas requerían un plus de colaboración.

En el primer duelo parlamentario de Arrimadas y Álvarez de Toledo, la portavoz ‘popular’ salió victoriosa entre la opinión publicada

El nombramiento de Arrimadas como portavoz de Cs en el Congreso fue una consecuencia lógica de su traslado a Madrid, dejando atrás una victoria en votos en las últimas elecciones catalanas y tres años y medio intensos y convulsos al frente de la portavocía de su grupo en el Parlament. Estas credenciales y un duro discurso frente al independentismo eran para Rivera toda una declaración de intenciones, que situándola al frente de su grupo parlamentario reforzaba la política territorial como eje de oposición a Pedro Sánchez.

La jugada, lógica y previsible para un partido como Ciudadanos, no ha sido exclusiva. El nombramiento de Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz de los populares en la Cámara baja persigue el mismo efecto y, según se vio en su primer duelo con Arrimadas a propósito de la comparecencia de Carmen Calvo para informar sobre la gestión del Ejecutivo de la crisis del Open Arms, la número tres de Casado salió victoriosa entre la opinión publicada.

De Quinto, el hombre de éxito

Marcos de Quinto llegó a Ciudadanos como sinónimo de éxito. El más rico de los 350 diputados del Congreso fue el hombre de Coca-Cola en España y dejó su exitosa carrera empresarial para sumarse al proyecto de Albert Rivera. Su fichaje despertó suspicacias en el anterior y ya desaparecido equipo económico, pero para el líder de la formación naranja aquello fue todo un acierto.

Un independiente sin experiencia previa en política como De Quinto ha acabado por convertirse en una de las figuras clave en el entorno del líder

Así, un independiente sin experiencia previa en política ha acabado por convertirse en una de las figuras clave en el entorno del líder. Como Edmundo Bal y Joan Mesquida, se afilió a Cs durante su peor crisis interna y es una de las personas que reconfiguraron la nueva cúpula en el Consejo General de julio, cuando Rivera creó un nuevo núcleo duro en torno a un Comité Permanente al que entró a formar parte De Quinto como secretario de Talento y Capital Humano. Mientras, en el Congreso es portavoz en las comisiones de Economía y Empresa, de Industria, Comercio y Turismo y de Cultura y Deporte. Y, en las redes sociales, el político twittero más polémico.

La polémica en 280 caracteres

En plena crisis del Open Arms, el exvicepresidente Ejecutivo y Director Mundial de Marketing de Coca-Cola incendió la red social con un mensaje donde, cargando contra la que denominó “piadosa teocracia izquierdista”, a la que acusó de ignorar la “hambruna del éxodo venezolano”, se refirió a los inmigrantes a bordo del buque de rescate como “bien comidos pasajeros”. César Zafra, secretario de Organización de Ciudadanos Madrid y portavoz ‘de guardia’ a 18 de agosto, trató de salir al paso de estas palabras diciendo que “no debemos entrar a valorar tuits personales” y que la situación de las personas aludidas era “dramática”.

Preguntado por encontronazos virtuales entre De Quinto y otros tuiteros antes de ser presentado como su fichaje económico estrella –llegó a relacionar inmigración con asesinatos machistas al decir que “los nacionales somos el 89,9% y los extranjeros el 10,1%. Si este 10,1% comete el 37% de los crímenes machistas, habrá que hacérselo mirar”–, Rivera dijo que el empresario se había caracterizado hasta entonces “por decir lo que piensa en cada momento, como cualquier ciudadano español, y por no estar en política”. Ahora sí está en política y el tono de sus tuits no ha cambiado. Tampoco su beligerante antisanchismo, en línea con la recuperada estrategia de campaña del partido ahora sin fisuras internas.

Primer asalto

Esta semana, en la sesión de control al Gobierno, De Quinto se estrenaba preguntando a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, sobre un aumento del gasto público. El Ejecutivo “sólo ayuda al presidente del Gobierno para conseguir el apoyo de nacionalistas y populistas para disfrutar un tiempo más del ‘Falcon’, de Doñana y de Moncloa”, le espetó el diputado naranja, que refiriéndose al programa de 370 puntos presentado por Sánchez dijo que sigue “la conocida receta socialista de más gasto para generar clientelismo, más impuestos a los de siempre y como no, nuevos chiringuitos”.

El exvicepresidente de Coca-Cola ha dicho en sede parlamentaria que las 370 medidas de Sánchez generarían «clientelismo»,»más impuestos» y «nuevos chiringuitos»

Según sus cálculos, estas medidas provocarían un incremento del déficit público de “más de 30.000 millones de euros”, cifra donde “parece que se le olvida el capítulo de ingresos”, le contestó Montero.

Bal, el símbolo de la resistencia

Edmundo Bal es todo un símbolo en la estrategia de Rivera de acusar a Pedro Sánchez de ceder ante los secesionistas. Abogado del Estado, fue cesado por el Gobierno tras negarse a rebajar la acusación de la rebelión a sedición en el juicio del procés. Hoy es una de las voces más contundentes contra Sánchez a propósito de la crisis territorial en Cataluña.

Edmundo Bal
Edmundo Bal acaba de protagonizar un duro enfrentamiento con la ministra de Justicia. /( EP

“Vender indultos a cambio de una investidura es de la mayor inutilidad para España y lesiona los derechos de todos los constitucionalistas”, le espetó el pasado miércoles a María Dolores Delgado quien, ya sugirió Rivera en campaña, podría ser el titular de Justicia de un Gobierno de Ciudadanos.

Duros reproches

Bal se estrenaba también este miércoles en la tribuna del Congreso durante la sesión de control al Gobierno a propósito de su recurrente pregunta sobre un eventual indulto a los líderes del proceso soberanista –“Se preguntará por qué Ciudadanos pregunta de forma tan recurrente sobre los indultos, pero nunca tenemos respuesta aunque la contestación es muy sencilla: sí o no”, dijo– y demostró gran dureza en sus interpelaciones a la ministra. Una dureza que recuerda a la de los conocidos como ‘jabalíes parlamentarios’ en la época más bronca de oposición popular a los Ejecutivos socialistas aunque el término, históricamente, se encuentra en las antípodas ideológicas –se lo atribuyó en 1931 José Ortega y Gasset a diputados de Esquerra Republicana–.

“Sánchez levantó los controles de Hacienda sobre las cuentas catalanas, mandó a Iglesias a negociar con Junqueras los Presupuestos, pactó 21 puntos de la infamia y aceptó un mediador internacional”, dijo Bal, calificando de “humillación” un “marco de diálogo” con quienes buscan la “confrontación”.

En una intervención que llegó a tener tintes personales, preguntó a Delgado si ella misma “fuerza quitar del relato de los hechos la palabra violencia” para que la Abogacía del Estado acabara eliminando de su acusación el delito de rebelión. “¿Fue usted la responsable? ¿Dio la orden a la Abogacía del Estado de que quitasen la violencia? ¿En base a qué si usted no estuvo en la instrucción?”, le espetó, enzarzándose en un tenso cruce de acusaciones mutuas con la titular de Justicia que acabó marcando la sesión en todas las intervenciones protagonizadas por representantes de Ciudadanos y del Gobierno en funciones.

Rivera, el alma máter

Albert Rivera y Pedro Sánchez demostraron hasta qué punto se dan por todos los puentes entre ambos líderes. El primero, tras negarse una y otra vez a entrevistarse con Pedro Sánchez en su ronda de contactos con el resto de formaciones políticas para tratar de formar Gobierno, le pedía este miércoles al presidente en funciones una reunión para “aplicar el 155” en Cataluña. Lo hacía coincidiendo con la celebración de la Diada en Cataluña y ante la inminencia de la sentencia del procés.

Al tiempo que «tiende la mano» a Sánchez para reunirse por el 155, Rivera le acusa de bloquear al país «con la calculadora electoral»

“Tiendo la mano” a Sánchez porque la situación en Cataluña es una “cuestión de Estado” en la que “nos jugamos la unidad de nuestro país y los derechos y libertades de millones de españoles”, dijo el líder naranja antes de enfrascarse en una pelea parlamentaria con su interlocutor –“Hay una diferencia tal entre lo que dice y hace que, ¿sabe usted lo que es, señor Rivera? Un hipócrita”, le lanzó Sánchez – para acabar espetándole que “España no se merece un presidente que bloquea el país con la calculadora electoral”.

Palo y zanahoria para el PP

Desbancar a Pedro Sánchez y liderar la derecha. El doble propósito de Albert Rivera obliga a multiplicar esfuerzos, mensajes y tácticas. Mientras el PP quiere volver a ser “la casa común del centro derecha” a costa incluso de las siglas con una nueva marca denominada España Suma, Ciudadanos se resiste a perder el perfil propio y el capital político y humano que ha atesorado en su joven vida parlamentaria.

Así y a pesar de haber hecho posible que los populares conservaran el poder en Madrid, Castilla y León y Murcia y que desbancaran al PSOE en Andalucía, Cs ha rescatado uno de sus antiguos mensajes diferenciadores al calor de las recientes imputaciones en el caso Púnica y la investigación de Avalmadrid. “España suma pero la corrupción resta”, fue lo primero que dijo Rivera en Onda Cero nada más regresar de vacaciones. El PP “estaba acostumbrado a gobernar y que nadie investigara la corrupción” pero eso ha cambiado allí donde comparte poder con Cs, insistía en otra entrevista en Antena 3.

Casado ha empezado a jugar la carta del voto útil y Rivera intenta contrarrestar su efecto empleando la baza de la corrupción que le funcionó en 2015

Ante la más que posible convocatoria electoral para el 10 de noviembre, Casado ha empezado a jugar la carta del voto útil y Rivera intenta contrarrestar su efecto empleando la baza que le permitió entrar en el Congreso tras las elecciones de 2015 con 40 diputados.

Mano dura contra los socialistas en materia territorial y económica y papel fiscalizador frente a los populares. El líder de la formación naranja trata de exorcizar los vaticinios demoscópicos con dos fórmulas que le han ido bien en anteriores convocatorias electorales. El riesgo que corre con esta doble estrategia es que acabe echando a perder a los electores de centro y empuje a los más ideologizados a izquierda y a derecha.