Se supervalora, a veces intencionadamente, la influencia de la incertidumbre política sobre la actividad económica

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No será la catástrofe, pero sí es cierto y así lo reconoció en Nueva York el propio presidente Sánchez, que “el bloqueo político supone riesgos y puede frenar algunas inversiones”. Y, por supuesto, aplaza reformas sociales acuciantes. / EUROPA PRESS

Destacado Económico / N. L.

Es verdad que crecemos más que los demás países de la Unión Europea, pero ello no se debe a que seamos más listos que los vecinos, sino a todo lo contrario: es que nos recuperamos de la Gran Crisis mucho más tarde que ellos. Aquí seguíamos arrastrándonos por el fango desde 2008 hasta 2015, cuando empezó a repuntar el PIB, pero éste no recuperó los valores de antes de la crisis hasta 2017, cuando Europa llevaba un quinquenio desde que la diera por liquidada. Estamos creciendo ahora más que los demás porque nos hundimos más extensa y profundamente que nadie.

En todo caso más vale tarde que nunca, aunque en algunos aspectos no nos hemos recuperado y de forma especialmente dolorosa en la devaluación social, cuando aparecieron indeseables fenómenos nuevos como el de aquellos que permanecen en la pobreza a pesar de tener un empleo, así como el crecimiento sin precedentes de las desigualdades, entre otros.

El desfase con nuestro entorno no va a durar eternamente, por lo que no hay que sorprenderse de que se vayan reduciendo las previsiones de crecimiento. ¿Pasaremos de la desaceleración a la parálisis, a la recesión, al hundimiento? ¿Podría contribuir a ello la incertidumbre política?

 

En la trinca electoral vale todo

Los dirigentes políticos de los distintos partidos y algunos medios afines o tremendistas, e incluso expertos independientes, se curan en salud escarmentados de lo que sufrió su prestigio por no saber prevenir la Gran Crisis.

Miguel Sebastián, que ha reconocido su error de diagnóstico y pronóstico en aquella ocasión, cuando calificó la crisis de constipado, asegura que también pueden errar quienes pronostican ahora la catástrofe: «Muchos de los que no vieron la crisis de 2008-2009 –sostiene– se están cubriendo diciendo que viene una nueva gran crisis, pero igual que hubo un exceso de tranquilidad entonces, quizás ahora está sobredimensionada la crisis futura»

Los más contundentes son los políticos de los distintos partidos, pues en la trinca electoral vale todo. Incluso lo admite, siempre situándolo en un peligro de futuro, Pedro Sánchez, porque su argumento fundamental es que Él es la estabilidad política.

El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, lo ha explicado con la serenidad que corresponde a quien rige la institución. Opina que «se necesita un gobierno estable» pero no con la urgencia precisa para que no se hunda la economía y entremos en recesión, sino por algo necesario pero de más largo plazo, para «acometer reformas estructurales y finalizar el proceso de consolidación fiscal». / EP

No lo ven así, que la inestabilidad política que vivimos reforzada por la nueva convocatoria a las urnas está frenando la economía, las grandes agencias de calificación, que han elevado la solvencia de España. Ni, lo que es más importante, el Banco de España, que desde que lo gobierna Pablo Hernández de Cos, está mostrando una independencia que no ejercieron sus antecesores, que en ocasiones ha molestado grandemente al Gobierno.

 

Calviño: “No falta nada para una perspectiva de incertidumbre”

Los observadores independientes hacen un canto a las bondades de la estabilidad política, como es natural, pero la sitúan en sus justos términos. De hecho, hay coincidencia entre ellos, y reiterado por las autoridades económicas, en que el peligro viene de factores externos. Así lo señaló la ministra de Economía, Nadia Calviño, tal y como publicábamos en nuestro Destacado Económico de la pasada semana.

El peligro viene de factores externos. La ministra Calviño enumeraba los factores de riesgo en las tensiones en Oriente Medio, en la posibilidad de una salida desordenada de la Unión Europea del Reino Unido; en la ralentización del comercio mundial agravada por el endurecimiento de la guerra comercial de EE UU y China; en una Alemania en recesión, así como en episodios de inestabilidad financiera, la nueva crisis del petróleo, etc. / EP

La ministra enumeraba los factores de riesgo en las tensiones en Oriente Medio, en la posibilidad de una salida desordenada de la Unión Europea del Reino Unido; en la ralentización del comercio mundial agravada por el endurecimiento de la guerra comercial de EE UU y China; en una Alemania en recesión, así como en episodios de inestabilidad financiera, la nueva crisis del petróleo, etc. La ministra concluía con humor: “Ya no falta nada para una perspectiva de incertidumbre”.

 

Los empresarios saben que lo único cierto es la incertidumbre

Vivimos una época, en España y en el resto del mundo, en la que la única certidumbre, lo único cierto, es la incertidumbre, valga la paradoja. Lo que no impide que los empresarios tomen sus decisiones y mal empresario será quien no lo haga, llorando su inactividad por las esquinas.

El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, lo ha explicado con la serenidad que corresponde a quien rige la institución. Opina que «se necesita un gobierno estable» pero no con la urgencia precisa para que no se hunda la economía y entremos en recesión, sino por algo necesario pero de más largo plazo, para «acometer reformas estructurales y finalizar el proceso de consolidación fiscal».

José Manuel González Páramo, consejero ejecutivo del BBVA, lo sitúa en la misma línea de reflexión. En su opinión, con la incertidumbre política “se corre el riesgo de que se cierre la ventana de oportunidad», de desaprovechar la expansión para acometer las reformas estructurales que son necesarias. Y resalta que España está mucho mejor preparada para lidiar con un nuevo escenario adverso.

No será la catástrofe, pero sí es cierto y así lo reconoció en Nueva York el propio presidente Sánchez, que “el bloqueo político supone riesgos y puede frenar algunas inversiones”. Y, por supuesto, aplaza reformas sociales acuciantes.