¡Vaya gente! / Mara del Prado.
A veces resulta difícil distinguir entre los hechos objetivos y las ideas preconcebidas. Pasa por ejemplo con Doña Letizia. Es un hecho objetivo que actuó mal tras la famosa misa de Pascua en la catedral de Mallorca, cuando trató de impedir que Doña Sofía se hiciera una foto con sus nietas y le acabó cayendo la del pulpo.
Pero que le haga una discreta y breve indicación a su guardaespaldas después de tropezar y la imagen se despiece fotograma a fotograma para hablar de “polémico vídeo” apareciendo en la portada de las revistas como una malvada reina de cuento es, cuanto menos, exagerado.
“Mira el escalón”, le dijo tras agarrarle del brazo para asegurarse de que prestaba atención. No fue un gesto cordial ni derrochaba simpatía, pero no resulta proporcionada la avalancha de críticas que medios de comunicación y redes sociales han vertido sobre la esposa del jefe del Estado.
En España, a diferencia de países como Alemania donde un documental emitido a finales de agosto la retrata como una mujer comprometida con las causas sociales y feministas, la imagen de Doña Letizia es manifiestamente mejorable. Por errores propios y por una evidente predisposición a la crítica que dificulta una de las tareas primordiales que en estos momentos tiene Zarzuela: mejorar la imagen de la Reina.
La televisión pública emite los sábados a mediodía el programa Audiencia abierta para acercar la Jefatura del Estado a la audiencia “con rigor y objetividad”. Lo hace desde los tiempos en que la Corona atravesaba su más grave crisis y necesitaba demostrar una utilidad sin la que no tiene razón de ser.
Pues bien, primando el “rigor y objetividad” del servicio público que es TVE, no se editaron las declaraciones de una niña que, después de que Doña Letizia hubiera visitado su colegio coincidiendo con la apertura del curso escolar y cruzara unas palabas con ella, a la pregunta de la periodista del programa sobre si la Reina fue simpática contestó con un “no” que a sus haters ha sabido a gloria.
