Por todo lo que nos une

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Belén Hoyo.

En la vida hay momentos complicados en los que percibimos más fácilmente aquellas cuestiones que nos separan de nuestros iguales frente a aquellas que nos unen. Obviamente, las segundas son infinitamente más numerosas y de mayor importancia que las primeras. Y todos debemos contribuir a enfatizarlas.

Hoy en día nos encontramos en uno de esos contextos complejos. Independientemente de la profesionalidad y seriedad perdida por el CIS (Centro de Investigaciones Socialistas) de Tezanos, los políticos representan el segundo problema para los españoles. No hace falta realizar muchas encuestas para conocer la opinión de la ciudadanía en este aspecto. La desidia y la sinrazón demostrada por el PSOE para forzar la convocatoria electoral del 10 de noviembre ha convertido en sinónimos las palabras “política” y “problema”.

EUROPA PRESS

Con el uso electoralista de las instituciones por parte del Gobierno en funciones de Pedro Sánchez, el sistema político actual se ha convertido en un coche pasado de revoluciones que acaba por enfadar a unos y decepcionar a otros. Una pena

Sin embargo, no todos lo vemos así. Esa política queda limitada al ámbito de actuación de algunos. Y por ello, quiero hacer desde aquí un llamamiento a la política de verdad, la política que soluciona los problemas de nuestro día a día y no los crea, la política basada en el diálogo y no en el enfrentamiento, la política del sentido de Estado y no del sectarismo, la política en mayúsculas, la política que une a las personas. Esa es la verdadera política.

Con el exceso de información que caracteriza nuestros tiempos y con el uso electoralista de las instituciones por parte del Gobierno, el sistema político actual se ha convertido en un coche pasado de revoluciones que acaba por enfadar a unos y decepcionar a otros. Es una pena. Del mismo modo, también es una pena que tengamos políticos pasados de revoluciones que busquen el poder por el poder, aunque para ello tengan que mentir, enfrentar y dividir a la sociedad.

Roosevelt, en su primer discurso de investidura, pronunciado en mitad del peor momento de la Gran Depresión, trasladó un mensaje de esperanza y optimismo a los estadounidenses: “Debemos interpretar bien el sentir del país, hoy somos más conscientes que nunca de depender los unos de los otros, y de que no podemos limitarnos a recibir: también hay que dar”. Precisamente esto constituye la esencia de la política y es la explicación básica de aquello en lo que consiste el diálogo y la negociación: ceder sin renunciar a los principios, algo que durante estos pasados meses hemos visto imposible por parte del PSOE de Sánchez, que olvidó sus principios constitucionales –si es que alguna vez los ha tenido– y que ni siquiera quiso sentarse a estudiar el planteamiento de los once pactos de Estado propuestos por el Partido Popular de Pablo Casado, que intentó trasladar ese mensaje de estabilidad, optimismo y esperanza que trasladó Roosevelt en 1933.

El obcecamiento de Pedro Sánchez nos da una nueva oportunidad a los españoles ante la inestabilidad política y económica provocada por el presidente en funciones. Y creo que, ante la situación vivida durante estos meses tras la moción de censura a Mariano Rajoy, lo mejor es apostar por destacar todo aquello que nos une a los españoles. Debemos dejar de lado las cuestiones menos importantes y centrarnos en lo que demanda la ciudadanía, un conjunto de necesidades que nos aproximan a todos, desde los socialdemócratas hasta aquellos que tienen posturas más a la derecha del Partido Popular: la creación de empleo, la mejora de la economía, la defensa de la Constitución y el cumplimiento de la ley, la apuesta por la reducción de impuestos, la necesidad de mantener y garantizar la viabilidad del Estado del Bienestar, la obligación que tenemos para mejorar las pensiones de nuestros mayores dentro del consenso del Pacto de Toledo o la vuelta a los pactos entre grandes partidos para dar estabilidad a nuestro país en las cuestiones más esenciales de convivencia.

Dejemos de lado lo que nos separa. Apostemos por todo lo que nos une. Apostemos por sumar. Apostemos por el Partido Popular.