Entre la calle Ave María y el pasaje que da nombre a esta peculiar historia encontramos una pequeña plaza en cuyo centro se haya un pequeño pozo de piedra. Cuneta la leyenda que un día las lágrimas de una bella judía presa de amor y creyendo ver la imagen de su amado en el reflejo del agua, se precipitó a las profundidades del pozo.
Raque, así se llamaba la joven y bella muchacha hija de uno de los rabinos más importantes de la Toledo, que dio origen a esta triste leyenda.

Placa conmemorativa de la leyenda del Pozo Amargo
Placa conmemorativa de la leyenda del Pozo Amargo

Raquel, estaba enamorada de un joven toledano de noble cuna y de creencias cristianas por lo que su historia de amor, debido a las creencias religiosas era del todo imposible.

Aún así, cada noche, Raquel salía a pasear por el jardín y se sentaba en el pozo hasta que su amado llegaba a encontrarse con ella. Una bella historia de amor que contaba con la oposición de ambas familias, sobre todo del padre de la joven que estaba decidido a ponerle fin a cualquier precio.

El Pozo Amargo en ToledoCuentan, que una noche el rabino esperó escondido en el jardín a que el enamorado se encontrase con ella. El padre de la muchacha asesinó al joven ante la mirada de Raquel, que vio como su amado perdía la vida a manos de su padre.

Desde entonces, cada noche, Raquel bajaba al jardín en el que tenía los encuentros con el joven y se sentaba en el pozo pasando las noches llorando por la ppérdida de su amor.

Según cuenta la leyenda, y de ahí su nombre, las lágrimas de la joven terminaron por ‘amargar’ el sabor del agua.

Una de aquellas noches en las que la joven se sentaba en el pozo a llorar desconsoladamente, creyó ver en la aguas del pozo el rostro del jovfen por el que suspiraba y convencida de que debían estar juntos eternamente, se lanzó al pozo buscando su amor muriendo ahogada en sus aguas, que nunca pudieron volver a ser uitilizadas, por lo que pasó a llamarse el Pozo Amargo.