Nadie duda ya de que la situación pandémica, que hemos vivido recientemente, ha cambiado no sólo el modo de pensar de la gente y sus prioridades, sino la forma de vivir.
Y si antes los pueblos eran meros destinos estivales, ahora se han convertido en una opción donde llevar una vida mucho más tranquila y sencilla, pero sin renunciar a la animación y a la diversión. Y en eso Bustares, una pequeña localidad de apenas cincuenta vecinos, puede erigirse como ejemplo de ello. Y es que este pequeño pueblo, ubicado en la sierra norte de la provincia de Guadalajara, que puede presumir de su preciosa iglesia románica, del siglo XIII, dedicada a San Lorenzo o de la ermita templaria del Santo Alto Rey, también tiene otros atractivos. Entre ellos, La ‘Feria Internacional del Libro’ que la pasada primavera celebró su segunda edición, después de las restricciones implantadas debido al Covid-19.
Es de admirar la labor de un pequeño grupo de personas, que, en 2019, apostó por llevar a cabo esta oferta cultural, y consiguió congregar a un buen número de editoriales y autores, tanto locales como forasteros, incluso del otro lado del ‘charco’. El éxito que obtuvieron entonces, los llevó a convertirlo en lo que es ya una cita anual.
Una feria del libro, que hay que decir que es encubierta, ya que también ofrece otro tipo de actividades dirigidas a todos los públicos, como conciertos de música, charlas, conferencias, recitales, talleres tanto para adultos como para los más pequeños a los que se les enseña a crear su propio marcapáginas, mercadillo, con sus puestos de artesanía o para degustar la gastronomía típica de la zona.
Todo un evento que se ha convertido en un reclamo para los turistas más curiosos, que han descubierto con esta bella iniciativa de Bustares, que hay que quitarse de encima el complejo que puede generar el estar dentro de la lista de los pueblos que sufren las consecuencias de la España vaciada. Y que, con creatividad, imaginación, empeño y muchas ganas, un pequeño municipio de algo más de una cuarentena de habitantes se puede colocar en un punto en el mapa reseñable para los turistas.
El mérito de todo esto, de poner en valor pequeños pueblos con encanto, es del Ayuntamiento, de la Asociación Cultural ‘La Hincadera’, de los vecinos y de Julio Martínez, representante de la organización de esta cita internacional con las letras, que asegura que lo que le llevó a poner en marcha esta iniciativa fue “el compromiso con la cultural y la querencia de que la España vaciada puede ofrecer servicios y propuestas de una gran calidad”. Un argumento que ha convencido a la Fundación ‘Siglo Futuro’, que participó activamente en el evento; a la Diputación de Provincial de Guadalajara; y a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, que les apoya económicamente.
De hecho, según comenta Eusebio Roble, delegado de la Junta en Guadalajara, Bustares demuestra que se pueden ofrecer propuestas culturales que “están al mismo nivel que los que se desarrollan en la capital u otras ciudades más grandes”. “La cultura es también esencial para dar vida a nuestros pueblos, para alimentar la mente y el espíritu de los que allí residen”.