Hace ya 40 años que Samuel López, un vecino de Carranque que, por aquel entonces se dedicaba con su familia al mundo agrícola, descubrió los primeros restos de lo que acabó siendo una de las villas romanas de mayor valor de nuestro país. A través de dos capítulos y de la mano de su propio descubridor, vamos a profundizar en los secretos detrás de aquel hallazgo histórico.
P.- Echemos la mirada hacia atrás estas cuatro décadas para recordar aquel momento histórico para Carranque…
R.- Donde hoy se encuentra el parque, teníamos la huerta familiar. Aquellos terrenos eran del Ayuntamiento y mi padre los arrendó para montar un regadío de hortalizas en el que trabajábamos toda la familia, mis padres y mis hermanos, que somos nada menos que diez hermanos. El caso es que esa finca está partida en dos partes por un arroyo y, por aquel entonces, allí, donde hoy se ubica el parque, en una de ellas había una explotación minera para extraer arena, mientras que en la otra fue donde nosotros empezamos con nuestra huerta. Una vez que la arena se terminó –afortunadamente, porque si no habrían acabado con todo- y aquella empresa se fue, alisaron aquel terreno y lo prepararon de nuevo para convertirlo en tierra de cultivo y también nos hicimos nosotros cargo de ello ampliando nuestra zona de acción. En lo que era la huerta, empezado en 1974 y, con la otra parte, ya en 1980.En la otra finca también hay restos. Los hay romanos, visigodos e incluso hay otra zona que es más antigua todavía. En un trabajo como el nuestro hay que mirar mucho al suelo, por lo que, cada paso que dabas ibas encontrando, además de restos de tejas y ladrillo (de construcciones que había habido antes en el pasado y nadie sabía de cuando eran), también cerámica, herramientas como una lanza romana, tres o cuatro azadones, pesas de plomo y de arcilla, una llave, un martillo, un hacha… En fin, cosas que el arado sacaba y luego se lavaba con el riego en aspersión. Al final, sin darme cuenta, siempre iba mirando el suelo…
P.-¿Qué le hizo pensar que aquello podría tratarse de restos procedentes de la antigua Roma?
R.- Hay un tipo de cerámica romana que se llama sigillata, que es la cerámica fina romana, que podía encontrarse en la finca por todas partes. Y eso nos confirmaba que lo que teníamos bajo muestro pies era romano.También hay que tener en cuenta que yo empecé con la afición a la arqueología desde muy pequeño. Recuerdo perfectamente que, en el colegio, teniendo yo apenas unos ocho añitos, nos pusieron unas diapositivas sobre Egipto. Fue algo que me impacto tanto que, desde entonces, me empezó a interesar este tema.Siempre he tenido mucha afición por la arqueología y, además, no dejábamos de encontrar restos en la huerta, así que imagínate. Allí podemos encontrar aún hoy un gran muro, en la zona que pertenece a lo que llaman ‘Pallatium’, unos restos que unos decían que era el castillo de Santa María y otros de la ermita de Santa María, pero la realidad es que nadie sabía de cuando era y, es algo que podía dar pistas. Además, por aquellos tiempos, formamos un club de atletismo entre los miembros de las escuelas de Carranque, El Viso de San Juan y Palomeque y el maestro de El Visto era otro gran aficionado a la arqueología y hablaba mucho con él del tema, hasta que al mostrarle un hallazgo me confirmó que estábamos ante algo de origen romano.
P.- ¿De qué hallazgo hablamos?
R.- Pues de la primera villa romana que encontré y no es la que hoy conocemos, que fue la segunda. Existe otra anterior que no se conoce porque no ha habido voluntad de excavar en ella. La encontramos en lo que se conocer como el camino del Molino, viniendo desde el río a la huerta. Allí, observe que alguien había excavado al lado y, tras ello, habían vuelto a echarle la tierra encima. Me picó la curiosidad, bajé, miré, quité la tierra y me encontré con un mosaico.En aquel momento yo no sabía que eran los mosaicos. Fue el primero que vi en mi vida, cogí un trocito y se lo enseñé al maestro de El Viso, quien, en cuanto lo vio, ni lo dudó, confirmó que era de un mosaico romano y me dijo que tenía, como mínimo, 1.700 años de antigüedad.En ese momento le pregunté qué hacer ante tal hallazgo y me dijo que lo habría que hacer es avisar al ‘Museo de Santa Cruz’, el museo arqueológico de Toledo y quedó en que él se encargaba. En teoría el llamó y, en teoría, vinieron del museo a verlo, aunque a mí nadie me avisó de nada. Después de que sucediera todo aquello, descubrimos la otra villa. Cuando vinieron a verla desde el museo yo les hablé del anterior hallazgo, les conté todo lo que me contó sobre ello el maestro y ellos no me lo negaron, por lo que entiendo que sí que fue verdad.
P.- ¿Qué pasó con el material de ese descubrimiento inicial?
R.- A las tres o cuatro semanas de eso, el mosaico había desaparecido y lo que tengo claro es que los que lo habían visto antes y lo habían dejado tapado con tierra, lo tenían preparado para llevárselo y eso hicieron. Lo malo es que hicieron un destrozo tremendo con teselas por todas partes. Es cierto que alguien había visto el mosaico antes que yo, pero lo habían visto para llevárselo y, en cambio, yo cuando lo vi, avisé a las administraciones. Más adelante, se haría una excavación allí, creo que fue el año 1999, fue cosa de unos dos meses, y sacaron dos o tres mosaicos. Pero dejaron de excavar y quién sabe lo que se podría haber encontrado ahí si hubieran seguido. Es la demostración de que ahí había una casa romana con mosaicos.
P.- ¿Y cómo fue el momento de descubrir la villa que hoy conocemos?
R.- Cuando ya tenía 18, a punto de cumplir los 19, en el año 1983, llegó el milagro. Entonces, la parcela que sacaba el Ayuntamiento a concurso de dividía en cuatro partes. Nosotros teníamos las dos del centro para hortalizas y otro vecino las dos laterales para siembra de cereal, además de que nosotros teníamos el aprovechamiento ganadero de todo. En ese momento, estaba de rastrojo en esas dos parcelas y el ganado se fue allí a pastar y, al ir a vigilarlo, me encontré una tesela negra perfectamente cúbica. Empiezo a escarbar en el suelo y otra… escarbo más y otra, otra más… ¡y otra! Y un trocito de mosaico, y dos o tres trozos juntos… Empecé a escarbar con un palo y a cuatro dedos allí estaba el mosaico. Avise a uno de mis hermanos y, con él y un azadón seguimos removiendo la tierra y nos encontramos mosaicos por todas partes.
P.- ¿Qué hicisteis en ese momento?
R.- Otro de mis hermanos era concejal del Ayuntamiento en ese momento y le preguntó al secretario cómo debíamos actuar y él nos comentó que debíamos dar parte al ‘Museo Arqueológico Provincial’. Lo hicimos y, a los dos o tres días, vinieron del museo, su directora y un arqueólogo que confirmaron que estábamos ante una villa romana que tendría que ser, con toda seguridad, del siglo IV que es cuando florecieron las villas romanas con infinidad de mosaicos. Ellos, en ese momento, decidieron avisar a la Consejería para que lo declarara zona arqueológica y, a partir de ahí, se puso en marcha toda la maquinaria, de modo que se acotó y se prohibió el cultivo allí.
P.- ¿Y qué pasó a partir de entonces?
R.- Al año siguiente, en el mes de agosto de 1984, se excava el primer mosaico entero (el de la Metamorfosis) y unos restauradores del ‘Museo Arqueológico Nacional’ se encargaron de limpiarlo y de extraerlo para llevárselo por partes con la idea de restaurarlo y volver a llevarlo allí. Pero la cosa no se quedó ahí, porque en 1985 siguieron las excavaciones y no paraban de salir mosaicos, por lo que se decidió ponerlo en valor en su lugar, en su contexto… y hacerlo visitable. Hubo excavaciones hasta el año 2010. Se excavó toda la villa, luego se excavó el mausoleo, cuyos muros estaban fuera, a la vista, porque está encima de un cerro. Allí saldrían también otros dos restos de mosaicos, lo que sirve para darnos pistas de cómo era el edificio. Y, finalmente, se pasó a excavar lo que han venido a llamar el ‘pallatium’ y que para mí es una iglesia paleocristiana, algo que afirmo en contra de la opinión de los arqueólogos, y explico profundamente en un artículo que tengo publicado en mi web. Ese edificio era muy grande, aparecieron mármoles, decenas de miles de fragmentos de, al menos, 43 tipos distintos, de los cuales 40 saben ya de qué cantera provienen. Tres vienen de la Península Ibérica y, el resto, vienen todos de Egipto, de Túnez, de Turquía y de las islas griegas. Lo curioso es que no se encontró ningún trozo colocado ni manchado de mortero y eso es porque el edificio nunca se terminó. Eso sí, allí se descubrieron objetos importantes como la tapa de un sarcófago en cuyo lateral aparecía el pasaje de Jonás.En 2002 el parque arqueológico terminaría abriéndose al público y fue todo un éxito, con hasta 70.000 visitas en un año, pero una mala gestión sumada a un déficit de millones llevó a que, en 2013, el Junta lo cerrara. Tras eso y luchar mucho junto al alcalde de entonces, conseguimos que le dieran la explotación turística al Ayuntamiento, hasta que otro alcalde hace unos cinco años, se lo devolvió a la Consejería de nuevo, de modo que, desde 2020 lo gestiona Tragsa con una gestión, desde mi punto de vista, muy mejorable. Después de estos años, sigo peleando por el parque, reclamando que se invierta dinero y se excave.