Dioniso, el dios griego del vino se paseaba, en tiempos inmemoriales, por el monte del Olimpo. Nosotros, hoy, podemos pasear por cualquier rincón de la región de Castilla-La Mancha para sentirnos como auténticas deidades. Y no sólo del vino sino de la buena gastronomía, cultura, naturaleza y bienestar.
Un paraíso para los cinco sentidos, que puede recorrerse a través de seis rutas enoturísticas. La de La Mancha, un “mar de viñas” conformado por diez pueblos que tan bien conocía Don Quijote, como El Toboso, donde se puede visitar la casa de su amada Dulcinea; Campo de Criptana, cuyos molinos tuvieron algún que otro encontronazo con el famoso hidalgo; Alcázar de San Juan con sus tradicionales carnavales; Socuéllamos, donde, desde la Torre del Vino, se puede disfrutar de uno de los mejores atardeceres, con unas espectaculares vistas de Villarrubia de los Ojos; La Solana con su Semana de la Zarzuela; Villarrobledo (Albacete) con su Museo de la Alfarería Tinajera; Tomelloso; Argamasilla de Alba, y Pedro Muñoz (Ciudad Real) con sus Mayos Manchegos, una fiesta que tiene su origen en la ronda que hacían los jóvenes a las damas para cortejarlas.
Y bodegas y viñedos, donde pasear, donde ver cómo se elabora el vino, catarlo…, Actividades en familia, talleres de cata de uvas y elaboración de mosto; pintura con corcho, decoración de etiquetas… y un sinfín de divertidas e interesantes propuestas.
Y de La Mancha a La Manchuela, la más prometedora de las seis rutas del vino, donde disfrutar de uno de los amaneceres más inolvidables, por el color de su tierra. Se encuentra en las provincias de Albacete y Cuenca, entre dos grandes valles fluviales, el Cañón del río Júcar, que a su paso por la provincia de Albacete resulta absolutamente espectacular, y su afluente el Cabriel, que dibuja un amplísimo valle fluvial declarado por la Unesco Reserva de la Biosfera. Su tesoro natural queda recogido en los ‘100 Senderos de La Manchuela’, una iniciativa de la Asociación de Turismo Rural de la zona. Son 100 rutas que atraviesan más de dos mil puntos de interés. Paisajes, miradores, árboles singulares, fuentes naturales, parajes mágicos, monumentos y construcciones tradicionales, museos, vestigios arqueológicos, castillos medievales, puentes romanos y hasta cuevas prehistóricas. Además, una gran oferta de actividades acuáticas, de turismo activo, familiar, con animales, aventura, y relax.
Y variedad es lo que ofrece, también, la ruta del vino de Valdepeñas, en la provincia de Ciudad Real. La mejor opción para los amantes del vino, del buen aceite y del golf. Obligada, sin duda, es la visita al Museo del Vino del pueblo que da nombre a esta ruta; al parque arqueológico Cerro de las Cabezas y la Plaza Santuario de Las Virtudes en Santa Cruz de Mudela; la plaza mayor y la iglesia de San Carlos del Valle; Moral de Calatrava y Torrenueva con sus bodegas subterráneas con olor a tierra y vino.
Pero si de olores hablamos, la ruta del vino de Almansa, emana no sólo un olor sino un sabor levantino. En la provincia de Albacete, haciendo frontera con los reinos de Levante, se encuentra la localidad que da nombre a la ruta, con su imponente castillo de origen árabe, que se alza sobre la montaña rocosa cual corona real. Visita obligada es al palacio de los Condes de Cirat y al Museo de la Batalla de Almansa. Las Fiestas Mayores del pueblo, en honor a Nuestra Señora de Belén, que se celebran del 30 de abril al 6 de mayo, han sido declaradas de interés turístico internacional.
El complejo lagunar de Pétrola, cerca de Higueruela, ofrece la oportunidad, a los amantes de la naturaleza, de disfrutar del avistamiento de aves. Y los amantes del arte, tienen su parada obligada en Alpera, con sus pinturas rupestres, y los asentamientos prehistóricos de Hoya-Gonzalo.
En la Prehistoria se danzaba al ritmo de la música alrededor del fuego. En Jumilla, otra de las seis rutas del vino de Castilla- La Mancha, en la provincia de Albacete lindando con Murcia, se escucha ‘Música Entre Vinos’. Una experiencia única para las noches de primavera y verano. Fuente-Álamo, Hellín, Montealegre del Castillo, Ontur, Tobarra, Albatana y Jumilla son los municipios que cruza esta ruta llena de bodegas, enotecas, bares, museos y comercios especializados en el vino y en la cultura que lo rodea.
Una cultura esta que marida como nadie con Méntrida, Torrijos, Camarena, La Torre de Esteban Hambrán, Escalona, Maqueda, Montearagón, Fuensalida, Carmena, Quismondo y Nombela. Los once municipios que conforman la ruta del vino Méntrida-Toledo. Que más que una ruta es un viaje en el tiempo. No hay más que visitar el palacio mudéjar del rey don Pedro, en Torrijos, y escuchar sus ‘Crónicas’, que, cada mes de marzo, hacen revivir aquellos tiempos de esplendor medieval. Una época que el municipio de Escalona, con sus pinturas murales, ha sabido fusionar muy bien con la modernidad.
Porque todo tiene cabida dentro de estas seis rutas del vino, que quedan recogidas en el libro ‘Enoturismo y rutas del vino de Castilla-La Mancha’, coeditado por la Junta de Castilla-La Mancha, la Dirección General de Turismo y Editorial Planeta. Naturaleza, gastronomía, ocio, bienestar, conceptos todos ellos que, sin duda, deben estar recogidos en el decálogo de la felicidad. Y esto es lo que ofrece Castilla-La Mancha: FELICIDAD.