Antonio Pérez Henares, Chani Pérez Henares para muchos, nació en Bujalaro (Guadalajara) y conoce perfectamente los paisajes, sierras, castillos, ríos y sendas de esas tierras castellanas, lugares que ha recorrido en largas caminatas, a menudo en compañía de alguno de sus perros. También, el itinerario seguido por Rodrigo Díaz de Vivar hacia su destierro y que nos cuenta el Cantar de mío Cid, obra maestra de nuestra literatura que consolidó al noble hijodalgo que en buena hora ciñó espada como uno de nuestros personajes históricos más universales.
Por eso, quizás, se ha lanzado a contarnos en El juglar (Ed. Harper Collins) cómo se fue forjando el mito del Cid, ese personaje histórico y universal cuya vida se tiñó muy pronto de leyenda por mor de los versos que primero cantaron los juglares sobre sus hazañas, aventuras y desventuras.
El conocido periodista y novelista ha elegido de nuevo la Edad Media para escribir una novela de aventuras, caminos y paisajes, los que recorrían esas tropillas de juglares cantando las historias que habían visto o escuchado. Ellos eran los auténticos cronistas de la Edad Media, pues transmitían al pueblo llano las batallas, gestas, amoríos y enredos de una manera sencilla y en lengua romance, consiguiendo que esas coplillas quedaran grabadas en las memorias de las gentes.
La figura de Rodrigo Díaz de Vivar y su consolidación como héroe castellano en el siglo posterior a su muerte, periodo que transcurrió hasta que se completó y escribió el Cantar a finales del siglo XII, subyace en toda la novela. Sin desentrañar mucho la trama, les diré que en ella no hay sólo un juglar, sino muchos de ellos y, también, trovadores, la élite de los juglares, pues tenían una vasta cultura, sabían leer y escribir en latín y gozaban de gran prestigio en una Edad Media que, sin duda, no fue esa época oscura que tanto se nos ha repetido.
A Alfonso II de Aragón le apodaron el Trovador por acoger en su corte a los mejores trovadores y juglares de la cristiandad, al igual que ocurrió en la corte de Alfonso VIII de Castilla, el de las Navas. Al fin y al cabo, esos poetas y cantores eran dignos portadores de la cultura de entonces.
Para conocer la trascendencia de las hijas del Cid en la historia de España y la teoría que apunta Antonio Pérez Henares sobre la autoría del Cantar del mío Cid, les recomiendo leer el libro. También para disfrutar de una buena lectura, teñida de historia y leyenda, como el propio Campeador.
Daniel Arveras (Periodista y escritor)