Planta cara al estrés laboral

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El estrés laboral es una de los problemas más frecuentes en estos tiempos. Es en el entorno laboral donde la mayor parte de la población se siente presionada por diferentes causas (relaciones conflictivas con el jefe, demasia­da responsabilidad, condiciones laborales insatisfactorias…).

España es el país de Eu­ropa que más sufre el estrés, y es precisamente esta la primera causa de absentismo en el traba­jo. Nueve de cada diez españoles afirman que han sufrido una si­tuación de este tipo durante este ultimo año.

Principales efectos

La palabra ‘estrés’ forma ya parte de nuestro vocabulario habitual. Y es que el 42% de los habitantes de nuestro país dicen sufrirla con frecuencia. Pero usar este térmi­no a la ligera es un gran error, ya que sufrir estrés no es algo a lo que se le haya que restar impor­tancia, ya que las consecuencias que tiene para la salud pueden ser graves, a pesar de no estar reconocida como una enfermedad en ­sí mismo.

Los síntomas pueden ser mentales y pueden ir desde un ligero mal humor hasta serias
depresiones y verdaderos problemas psicológicos. Pero también puede aparecer una sintomato­logía física.

El estrés puede afectar a diver­sas partes de nuestro cuerpo. El sistema digestivo, por ejemplo, es uno de los más perjudicados. Síntomas como dolor de estómago, diarrea, o vómitos son los ­más frecuentes cuando alguien está bajo una situación de estrés continuada.

Puede generar pérdida de control de la respiración y provocar situaciones en las que se produce una falta de aire acompañada de opresión y dolor en el pecho.

El sistema inmunológico también puede verse afectado, lo que facilita la aparición de diversas enfermedades.

Cada episodio de estrés acelera el ritmo de nuestro corazón y la presión arterial aumenta. Esto no tiene repercusión grave en el organismo cuando se trata de una situación puntual, sin embargo, cuando este estado se prolonga en el tiempo es cuando los riesgos, por ejemplo, de sufrir una cardiopatía comienza a aparecer.

La caída del cabello, la aparición del, acné el insomnio, la reducción del deseo sexual, son otros de los problemas que se desarrollan a causa del estrés.

Los psicólogos aseguran, además, que las personas que están expuestas a situaciones de estrés tienden a tomar hábitos tóxicos en su vida, como fumar, beber o comer de manera compulsiva. Y estos hábitos pueden derivar en diabetes y obesidad.

Cómo gestionarlo

Para aprender a frenarlo y con­trolarlo es necesario introducir nuevas rutinas en nuestra vida.

Aprende a decir “no”. Si no puedes abarcar más o no pue­des asumir una tarea exprésate.

Relájate. Aprende a encontrar momentos de relax. Para ello usa técnicas o actividades como la meditación o el yoga, que te ayu­darán a la hora de practicar el au­tocontrol. Y sal con tus amigos o pasa más tiempo con tu familia. De esta manera, al estar en un es­tado de paz y de alegría, obligas al corazón a latir más lento y re­ducir así los niveles de ansiedad.

Practica deporte porque hacer ejercicio físico con regularidad ayuda a que generes las hormo­nas responsables de la sensa­ción de bienestar: endorfinas (la hormona de la felicidad, la ale­gría y la euforia están considera­das como analgésicos naturales, ya que reducen la sensación de dolor), serotonina (se libera tras practicar ejercicio o hacer alguna actividad al aire libre) y dopamina (se activa con el ejercicio y hace que evitemos comer dulces, fu­mar o beber compulsivamente).

Trata de dormir ocho horas y ol­vídate del teléfono móvil al menos una hora antes de ir a la cama.