Teo Soler: “El libro aparece como un vómito amargo pero con un sentido esperanzador”

681

Teo Soler ha escrito —junto a Iván Roche y Katy Bertrand— el libro ‘Ana Clara teje su destino. Parte I: El juego que apaga la voz’, basado en su propia vida. La novela presenta la cruda realidad que viven muchas mujeres en Paraguay y brinda esperanza para salir de estas situaciones.

Lo primero que puedo decirte es gracias por atreverte a compartir tu historia. ¿Cuáles son las motivaciones que te han llevado a hacerlo?
Ha sido algo visceral, casi te diría que animal. Desde hace muchos años he tenido la necesidad de sacar a la luz un montón de cosas que me han ido ocurriendo desde niña y que me han marcado profundamente. El libro aparece como un vómito amargo pero con un sentido esperanzador. Uno no se da cuenta de todo lo que hay ahí fuera hasta que sales y muy pocas personas tienen oportunidad de salir.

Tú eres una de las que ha podido salir
Soy una privilegiada que tuvo la oportunidad de salir pero pagando un precio caro, carísimo y con este libro pretendo lamerme las heridas y vaciar todo el odio y el rencor que ha habitado tanto tiempo en mí interior.
El machismo que estamos acostumbrados en este país, si lo comparas con el de otros lugares del mundo, es aberrante. De hecho toda manifestación de machismo es intolerable, pero el que vivimos aquí, en Paraguay es insoportable. He salido fuera, he tenido la ocasión de pagar un precio alto, pero he visto otras cosas, otras culturas, otro mundo. Un mundo donde el respeto a la persona existe y especialmente a la mujer. Toda esta víscera me ha acompañado durante mucho tiempo y ahora tenía ganas, necesidad y obligación de compartirlo con todos porque se aprende de lo ocurrido en el pasado y yo tengo una historia que contar que puede ayudar en el futuro.
Además, no dicen que mientras los pobres lloran, los ricos venden pañuelos…

¿A qué te refieres?
La idea es que mientras a la gente de mi país le guste el chisme y quiera indagar en la vida pasada de una paraguaya, yo aproveche el hilo de las palabras para enseñarles un poco de historia ya que en ella cuenta muchos datos reales de mi país. Un poco de cultura metida en medio de un libro que podría interesar por machismos, feminismos y acabe enseñando cultura y además entiendan que si una quiere, puede.

«El libro aparece como un vómito amargo pero con un sentido esperanzador. Uno no se da cuenta de todo lo que hay ahí fuera hasta que sales y muy pocas personas tienen oportunidad de salir»

¿Cómo has conocido a Iván y Katy, los coautores?
Estudiaba teatro y cine cuando conocí a un chico que hacía fotografía para las clases de dramaturgia. Un día me diagnosticaron cáncer y no supe cómo gestionarlo o supe demasiado porque no lo tomé como el final de mi camino sino como el comienzo de una nueva visión, una nueva perspectiva sobre la vida en sí.
Me vino en la cabeza la frase: “En esta vida tienes que hacer estas 3 cosas: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”. Tengo un hijo, ya planté un árbol, pero no he escrito un libro, sin embargo no quería escribir un libro contando penurias de una chica con cáncer, de esas ya hay muchas y al parecer todo el mundo sabe dar lecciones de vida menos aplicarlas para uno mismo. Hay más libros de apoyos mentales, espirituales, ancestrales y de universos y planetas que se alinean qué de educación. Pero no hablo de educación basada en cálculos matemáticos sino en educación de supervivencia entre dos seres humanos de diferente sexo pero con los mismos derechos.
Todo esto se lo comenté al fotógrafo y él me sugirió la idea de contactar con dos amigos suyos que encantados me ayudarían a escribir algo diferente, incluso hacer un cortometraje y/o —¿por qué no?— una película. Así conocí a Iván y a su amigo Sergi, a la hora de habernos conocido ya teníamos billete a Paraguay. A veces vivimos la vida como si la tuviésemos asegurada hasta que un médico se te pone de frente con cara de perro degollado y te dice con todo su pesar que tienes cáncer, por lo que yo me puse a pensar.

«¿Qué quiero lograr? Motivar y dar fuerza de superación a todas las mujeres de mi país y del mundo entero»

¿Cómo se incorporó Katy al equipo?
Iván y yo somos dos cabras locas con las ideas disparadas, por eso nos faltaba alguien más que nos pusiera freno en los momentos justos de bache. Iván había conocido a Katy en aquel entonces y en el mismo instante en el que nuestras miradas se cruzaron supimos que era parte del equipo. Era el punto y la coma que necesitábamos, por lo que sin cuestionarnos ni pensarlo yo estaba ya escribiendo 10,15, 20 páginas por noches después del trabajo y al día siguiente, más bien de madrugada Iván iba dándole forma y poniendo los hilos de ficción en las conversaciones formuladas, después venía Katy y le daba ese toque de sabor y color que le faltaba a todo el trabajo hecho hasta ese momento, después nos conectábamos los tres al mismo tiempo y cada uno iba pintando arcoíris por todas las páginas y poniendo su pedacito de cielo, dolor, fe y esperanza hilando así cada palabra de forma coherente pero siempre con el alma puesta en cada página. El libro es de los tres.

¿Qué te gustaría que sucediera con este libro?
Me gustaría tantas cosas pero no se puede pedir peras al olmo ya que el público que más me interesa son las mujeres, principalmente las niñas de mi país pero lastimosamente mi país es uno de los países con educación más baja que el resto del mundo y ya lo de leer es pedir demasiado.
¿Qué quiero lograr? Motivar y dar fuerza de superación a todas las mujeres de mi país y del mundo entero. La mayoría de las mujeres de mi pueblo que han leído el libro me han preguntado si no se me cae la cara de vergüenza por contar que he sido violada por un viejo. Esto muestra de forma tan clara que somos nosotras las que le tapamos a los hombres sus acciones tan ruines. Si nos ayudáramos entre todas, quizás ese hombre no seguiría haciendo lo mismo a otras chicas o las demás podrían tomar precaución. Pero no pasa eso, sino más bien nos callamos como si la culpa fuera nuestra, y es porque es eso lo que nos hacen creer después de violarnos. Manipulan tanto la cabeza de uno que terminamos jodidas de por vida. Pero no hay que callarse.