¿Todo es culpa nuestra?

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Sergi Miquel.

La distopía presentada en la serie ‘Years & Years’ terminó la primera temporada con un discurso de Muriel, la abuela de la familia, de aquellos que interpelan, que te deja algo dentro y que te obligan a responder a la pregunta: ¿es todo culpa nuestra? “Los bancos, el gobierno, la recesión, América… Todo lo que va mal es vuestra culpa. Nos podemos pasar el día culpando a los demás, culpamos a la economía, culpamos a Europa, a la oposición, al clima… Pero es culpa nuestra”, les espeta la matriarca de la familia mientras el resto escuchan con sorpresa.

A lo largo de los capítulos se nos presenta una posible fotografía del Reino Unido en el año 2034. Partiendo de una familia convencional se presentan distintas realidades económicas, tecnológicas y políticas que son, en muchos casos, el resultado de distintos fracasos en algunas de las luchas que debemos estar librando hoy. Muriel relata cómo comprando una camiseta por una libra estamos configurando una cadena que termina con sueldos precarios para el dependiente y un sueldo mucho más precario para el campesino que ha recogido el algodón en algún lugar del mundo. Reprocha también la actitud de los miembros de su familia frente a la sustitución de aquellos que trabajan en las cajas de los supermercados por máquinas de autopago que prescinden de trabajadores para realizar el trabajo y que deshumanizan las relaciones comerciales y nuestra vida. Todo esto bañado con la llegada al gobierno de un partido populista que aprovecha el descontento general de la población para proponer medidas extremas, como campos de concentración para los inmigrantes.

EUROPA PRESS

Aquellos que tenemos responsabilidades políticas las debemos atender, pero debemos ser honestos y reconocer que en este mundo de valores líquidos que cambia a un ritmo inalcanzable para la mayoría de administraciones la responsabilidad no puede recaer sólo sobre gobiernos y cámaras parlamentarias

Estamos viendo cómo gran parte de los trabajadores del sector primario de Europa está librando batallas por el precio de la leche o por hacer rentables las plantaciones de cítricos del continente que tienen que competir con productos parecidos a los de Sudáfrica. Vemos cómo restaurantes de Valencia sustituyen a camareros por robots para ahorrar costes; no es ninguna novedad que el populismo a izquierda y derecha ocupa escaños en la mayoría de parlamentos europeos, y vemos con impotencia el desmantelamiento del planeta que nos condena a todos a unas condiciones de vida peores. Es precisamente la facilidad con la que se puede vincular la situación de esa sociedad futurible con algunas de las luchas presentes lo que lo hace todo aterrador. No se presenta un futuro donde los coches vuelan y los humanos cohabitamos con los marcianos. Se nos presenta un futuro donde mi generación, más por incomparecencia que por incapacidad, ha perdido en su intento de construir un mundo mejor.

En ‘La tiranía sin tiranos’, David Trueba afirma que “no parece haber resistencia a nada impuesto por la mayoría, aunque sea feo y patético o esclavizante y acosador”. Y eso es lo primero que debemos combatir. Aquellos que tenemos responsabilidades políticas las debemos atender, pero debemos ser honestos y reconocer que en este mundo de valores líquidos que cambia a un ritmo inalcanzable para la mayoría de administraciones la responsabilidad no puede recaer sólo sobre gobiernos y cámaras parlamentarias. Nuestro día a día como ciudadanos, nuestras acciones, nuestra capacidad de ser críticos con aquellos que nos gobiernan nos acerca o nos aleja de ese Reino Unido del 2034. Así que no, no todo es culpa nuestra pero sólo la responsabilidad de una generación entera a escala planetaria puede conseguir un futuro mejor para todos.


Diputado de JxCAT en el Congreso de los Diputados