Entrevista al escritor Roberto Navarro Montes

432

Roberto Navarro Montes es el autor de ‘Ylandra. Tiempo de osadía’ e ‘Ylandra. Tiempo de guerra’, los dos primeros libros de una saga de fantasía grimdark que muchos lectores ya están disfrutando y que promete mucho. El autor afirma que en estas novelas “hay temáticas muy serias y muy complejas y también hay diversión, risas e ilusión”.

¿Cómo te gustaría que la gente recuerde los libros de la saga Ylandra?

Como yo recuerdo mis años en la universidad. Años en los que había mucha ilusión, donde se aprendían un millar de conocimientos consciente de que a algunos los capitalizarías en el futuro y a la mayoría no, con emociones por doquier fluyendo de aquí para allá, con pocas responsabilidades, pobreza en los bolsillos y creencias deshinibidas. Así quiero que se recuerde a Ylandra. No es un texto serio y profundo como la vida adulta, cuando todo son responsabilidades, expectativas, dificultades y grandes logros. Tampoco es el instituto, cuando apenas sabes de qué va la vida. En la universidad hay cosas muy maduras, y otras muy divertidas. Hay conversaciones de una profundidad que asusta alrededor de una hoguera en la playa mientras te bebes una copa, otro toca la guitarra y tú te ríes entre exposiciones kantianas y chistes absurdos. Eso es Ylandra. Hay temáticas muy serias y muy complejas y también hay diversión, risas e ilusión. Y así me gustaría que fuera recordada. Aunque aún queda para eso.

En el mundo de fantasía de Ylandra aparecen muchas problemáticas de nuestro mundo real y cotidiano. ¿Estas van apareciendo en tu mente conforme avanzas en la historia o tienes un listado de temáticas que sí o sí quieres tratar?

Lo primero que haces es quizá crear el mundo y a continuación introduces unos personajes y cuentas su historia. En función de los personajes que has elegido te ves en unas problemáticas o en otras y eso no lo eliges, sino que te lo encuentras en función de sus idiosincrasias. Puedes crear un mundo donde existe la esclavitud, pero salvo que hables de un esclavo, no entrarás a hablar de la libertad.

¿Hay algún personaje con el que te sientas identificado?

A priori, no. Hay un personaje en el que he volcado algún rasgo de mi personalidad, pero aún así muy poco. Los personajes tienen su historia y esa no es la mía. Y ni qué decir tiene que no la quiero. Los personajes de Ylandra sufren demasiado para mi gusto, la verdad.

¿Cuál fue el personaje que más te ha costado construir?

Deian Wellington. Deian Wellington es un hombre rígido, con problemas emocionales relacionados con su familia, muy estricto, decepcionado con sus hijos y demás. Las escenas en las que aparecía en Tiempo de Osadía estaban bien, él actuaba de forma coherente con la persona que es y, en general, me parecía que funcionaba. El problema estaba en sus diálogos. En su voz. En un principio le dibujé más comprensivo y compasivo de lo que en realidad es. Deian Wellington no es cruel per se, lo que le ocurre es que no sabe lo que es la compasión. Para él las emociones no tienen cabida. Es un hombre de leyes, racional y de ahí no les vas a sacar. Después de terminar de escribir Tiempo de Osadía tuve que cambiar todos sus diálogos y hacerlos más acordes a lo que de verdad era este personaje.

¿Intentas dejar alguna seña de identidad en tus novelas?

Intención no hay, aunque supongo que algo siempre queda. En un momento dado aparece una idea en tu mente que es muy tuya, que encaja bien con el contexto que estás escribiendo y le das rienda suelta.

¿Sigues una metodología para escribir? ¿Tienes una rutina?

Hace un tiempo, cuando mi vida era mucho más tranquila que ahora, sí. Me daba un buen baño de agua hirviendo, pensaba en la escena que tocaba escribir y me ponía con ella. Hoy en día, que mi tiempo es escaso hasta decir basta, no tengo una estrategia. Cuando tengo tiempo me lanzo a ello y doy gracias por poder hacerlo.

Si pudieras vivir en algún mundo de la literatura fantástica, ¿cuál sería?

Si vale Harry Potter y me dejan ser un mago (no vaya a ser que tenga que ser un muggle o un elfo doméstico o algo por el estilo y la tengamos gorda), elijo Harry Potter. Yo paso de mundos medievales donde morir es el pan nuestro de cada día. Tampoco viviría en Ylandra. Ya digo, se sufre mucho por temas por los que prefiero no sufrir.