El elemento más pintoresco, curioso y de regocijo popular que recorre las calles procesionales de Toledo en las vísperas del Corpus, y en el día de la fiesta justo antes de la procesión, es la célebre ‘Tarasca’. Niños y mayores aguardan su salida y la acompañan gozosos haciendo mofas y carantoñas a su paso.
En 1857, en su insustituible ‘Toledo en la mano’, el inolvidable Sixto Ramón Parro describe la ‘Tarasca’ como “un dragón o monstruoso serpentón de pasta con alas y ensortijada cola, cuyo pescuezo se estira y encoge por medio de unos tirantes que maneja una persona metida dentro de aquel biombo, y también abre y cierra su boca descomunal llena de espantosos colmillos y pintorroteada de encarnado, de modo que asusta a las personas pusilánimes y supersticiosas, al paso que hace reír al vulgo con los vuelcos y meneos, que desde dentro también y por medio de un palo unido a la figura, hacen dar a una muñeca muy fea y desgreñada con su vestido blanco, que aparece sentada sobre el lomo de la serpiente. Llaman a este monstruoso conjunto la ‘Tarasca’, y es emblema del pecado, y a la horrible muñeca de encima la titulan Ana Bolena, por la idea de que “esta desgraciada mujer fue causa de que Enrique VIII de Inglaterra se apartase de la comunión católica y se hiciese jefe del cisma en su reino.”
Este mismo monstruo es el que salía ya a comienzos del siglo XVI, hace quinientos años, por las calles de Toledo. Y lo sigue haciendo, fiel a la tradición.
Parece que el origen del festejo hay que situarlo en la Edad Media y relacionarlo con una leyenda de la ciudad de Tarascon, en La Provenza (Francia), donde se mantiene con gran esplendor. Al parecer, en las inmediaciones de dicha población habitaba un monstruo entre dragón y serpiente, que de antiguo se describe con seis patas cortas como de oso, torso de buey con caparazón de tortuga y una cola escamosa terminada en aguijón de escorpión… El señor de Tarascón no conseguía acabar con la fiera, pero Santa Marta con sus oraciones la amansó y la llevó a la ciudad. Allí los habitantes aprovecharon para matarla, lo que provocó una nueva intervención de Santa Marta que consiguió la conversión de la ciudad al cristianismo. En memoria de lo cual, los habitantes decidieron que la ciudad se llamara Tarascon. Y de allí la fama se extendió por toda Europa y llegó hasta Toledo, donde se construyó un monstruo a imitación del de la leyenda y se le llamó ‘Tarasca’.
Una explicación más profunda y teológica sostiene que la monstruosa figura surge en la Edad Media como representación de la bestia del Apocalipsis y símbolo del pecado de Adán y Eva, que Cristo viene a redimir con la entrega de su cuerpo y de su sangre. Por eso encaja perfectamente dentro de los festejos populares del Corpus Christi.
En la Edad Media y durante los siglos siguientes, especialmente en el barroco siglo XVII, se siguió utilizando en dicha intención alegórica. Pero a finales del siglo XVIII, el Cardenal Lorenzana, ilustrado, prohibió su festejo como algo medieval, supersticioso y de mal gusto.
Recientemente se ha restablecido su regocijo por las calles de Toledo, ahora ya como algo pintoresco y recuperación de la memoria de los siglos pasados. Eso sí, ahora sale un artilugio nuevo, construido a instancias del Ayuntamiento de Toledo, pues la antigua ‘Tarasca’ se encontraba muy deteriorada.
Sabías que…
Este espantable serpentón de odioso mirar y áspero rabo ensortijado, en el Apocalipsis figurado con trazos de dragón, torso escamoso, patas cortas y rudo andar de oso, pescu ezo retraído o alargado, del más vulgar betún embadurnado, con apariencia de un reptil viscoso, boca descomunal y colmilluda belfo ruidoso que chasquea y masca, enigmática y cruel bestia panzuda… es la espectral, es la Infernal Tarasca. En su grupa, lasciva y desgreñada, una turbia muñeca lleva aupada. Evoca la Herejía y el Pecado: el Mal que el Pan Divino ha derrotadoJosé María Gómez Gómez
Real Academia de Toledo RABACHT Cofradía Internacional de Investigadores