Ante la tormenta perfecta, adricemos el barco

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Idoia Villanueva.

Este agosto hemos asistido atónitas a cómo Boris Johnson, representante público no electo, secuestraba la democracia británica; presenciamos discursos irresponsables sobre el reto migratorio, vivimos las pésimas perspectivas económicas y financieras, la guerra comercial entre EE UU y China, la ‘uberización’ desmedida de la economía que avanza y nos condena a la precariedad sin futuro. Ante esto, Europa, que parece languidecer, incapaz de liderar un proyecto propio que afronte los grandes retos de los próximos años. Pedro Sánchez quiere elecciones.

O Gobierna él sólo con la representación de sólo un 28% de los votos del país, o todos los y las españolas tendremos que volver a votar.

Un líder a la altura, señor Sánchez no perdería este valioso momento en intentar destruir a sus posibles socios políticos. Un presidente responsable ya se habría remangado para acabar con la burbuja del alquiler, para convertir al país del sol en la vanguardia de la transición energética, para blindar la lucha contra el machismo, y sacar adelante unas leyes y presupuestos a la altura del pueblo que debe gobernar

El principio básico para toda negociación, es querer llegar a un acuerdo. El Partido Socialista liderado por Pedro Sánchez poco o nada ha hecho para intentar formar Gobierno. Se demostró en julio, cuando no consiguió sumar el apoyo de ninguna fuerza política, ninguna, más allá de la de un solo diputado cántabro. Ninguna conversación fructífera con ninguna otra fuerza política.

Pretender llegar a un acuerdo de gobierno con Unidas Podemos en menos de 48 horas, deprisa y corriendo, vetar la participación de Pablo Iglesias, líder de su “socio preferente” en el Gobierno, ofrecer a través de los medios ministerios desprovistos de competencias, son piedras puestas en un camino que partía sin el principio básico. Querer llegar a un acuerdo.

Todo planificado y bien calculado en bambalinas. No nos equivoquemos: julio no fue una demostración de su incapacidad de llegar a acuerdos; en julio vivimos la constatación de la falta de un principio básico: querer llegar a un acuerdo.

Volvemos después de largos días estivales de ausencia de diálogo a los fuegos de artificio. Al primer acto de campaña electoral.

Pedro Sánchez insiste en que no hay alternativa, que los demás grupos tienen que facilitar su Gobierno o habrá elecciones. Lejos quedaron sus palabras sobre las presiones que sufrió para que Podemos no entrase en el Gobierno, sus palabras admitiendo que se equivocó. Las promesas sobre la lista de amnistiados fiscales, de la reforma laboral, la ‘ley Mordaza’, la memoria histórica, el impuesto a la banca, acordadas sobre el papel, incumplidas en la ejecución. El “nuevo Pedro” ha envejecido rápido, muy rápido.

El bipartidismo terminó, las mayorías absolutas también, como vivimos con naturalidad en muchas comunidades autónomas, y como viven desde hace muchos años en otros países de la Unión Europea. Hay una nueva España plural que pide abrirse paso, que pide nueva política, regeneración, que pide llegar a acuerdos, que pide hacerse fuerte y estable sobre la rica diversidad de nuestro país.

Es el momento de construir con valentía la estabilidad y fortaleza necesarias para afrontar los grandes retos que tanto tiempo llevan abandonados.

Un líder a la altura, señor Sánchez no perdería este valioso momento en intentar destruir a sus posibles socios políticos. Un presidente responsable ya se habría remangado para acabar con la burbuja del alquiler, para convertir al país del sol en la vanguardia de la transición energética, para blindar la lucha contra el machismo, y sacar adelante unas leyes y presupuestos a la altura del pueblo que debe gobernar.

En un momento internacional tan convulso, España tiene la oportunidad, la capacidad y la gran responsabilidad de ser uno de los principales actores del nuevo liderazgo europeo, de la construcción de una Europa progresista, social, con la vista puesta en un futuro de justicia. No pierda esta oportunidad, señor Sánchez, asuma su obligación de buscar apoyos con respeto, formar gobierno y garantizar, a un pueblo que roza el hartazgo, la estabilidad que todas necesitamos.

Necesitamos hacernos de nuevo con el timón de este barco que navega a la deriva desde hace demasiado tiempo. Necesitamos valentía, y hacer reformas estructurales que llevan demasiado tiempo esperando. Necesitamos una tripulación que refleje la pluralidad de las urnas. Deje de seguir el viento de las encuestas, enfrente el huracán de las presiones. Adricemos el barco, o no será presidente, jamás.

 


Senadora por Navarra, es portavoz de Internacional de Unidos Podemos en la Cámara Alta y secretaria de Coordinación Ejecutiva de Podemos. Ingeniera informática y Máster en Dirección y Administración de Empresas en la Era del Conocimiento. Experta en la gestión y desarrollo de proyectos tecnológicos internacionales de innovación.