Estilo, alianzas, izquierdismo… Las diferencias entre Iglesias y Errejón

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El 10-N tendrá lugar el duelo que Iglesias y Errejón tienen pendiente desde Vistalegre II. / Europa Press
El 10-N tendrá lugar el duelo que Iglesias y Errejón tienen pendiente desde Vistalegre II. / EUROPA PRESS

Manuel Capilla.

El 10-N viene el duelo entre los dos politólogos que pusieron patas arriba el mapa político español en 2014. Pablo Iglesias e Íñigo Errejón se disponen a pescar en caladeros de votos parecidos, cada uno con sus armas. Errejón aspira a ser clave con un talante conciliador y una línea política que entronca con el discurso transversal del primer Podemos y la ecología política de moda. Mientras, Iglesias apuesta por un discurso más duro, firme frente a un PSOE que no le quiere en el Gobierno y cada vez más alineado con las posiciones de la izquierda clásica.

 

Amor y odio con el PSOE

Algunos todavía se acuerdan de la imagen. Pablo Iglesias, de pie en su escaño, pronunciaba una intervención durísima contra el PSOE, digna de Julio Anguita, recién estrenado el Congreso salido de las elecciones de diciembre de 2015. A su lado, Iñigo Errejón ponía cara de no dar crédito cuando Iglesias se acordaba del GAL y recomendaba a Pedro Sánchez cuidarse de Felipe González, «el que tiene el pasado manchado de cal viva».

Desde entonces, no es detalle menor –que diría Rajoy- cómo desde las filas socialistas se han lanzado guiños a un Errejón que los ha venido rechazando hasta ahora. Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha y una de las voces con más peso en el partido, ha dicho de él hace pocos días que es una persona «con capacidad política» y que le «gustaría que estuviera en el PSOE». Hasta el propio Pedro Sánchez ha tenido palabras elogiosas –»he visto cosas que me parecen positivas, esperanzadoras […] Errejón ha dicho que hubiera aceptado la propuesta que le hice a Iglesias, que hubiera facilitado un gobierno progresista»-. Los guiños han llegado, incluso, desde la órbita del PSOE. Concretamente desde el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, que opina que Errejón «aporta frescura». Tanta, que puso la sede del sindicato para la presentación del partido en sociedad.

Foto: © DAMIAN ARIENZA, Oviedo, Asturias 4 Octubre 2019 Mitin de Pedro Sanchez en Oviedo
Adriana Lastra ha pasado de abrirle a Errejón las puertas del PSOE a afirmar que “forma parte del problema”. / EP

Eso sí, el buen rollo ha durado  mientras los cerebros socialistas pensaban que Errejón era un problema para Podemos. Las tornas han cambiado cuando los trackings monclovitas señalan que Más País puede estar quitando tantos votantes a Unidas Podemos como al PSOE. Ahora, los argumentarios socialistas subrayan que Errejón sólo viene a añadir confusión. La misma Adriana Lastra que en enero le abría las puertas del partido, que están «abiertas a todos los comprometidos con las políticas de izquierdas”, esta semana afirmaba que Más País responde al «lío» que existe a la izquierda del PSOE y que forma «parte del problema»; «parece que se presenta como árbitro de la izquierda. Quien quiera que haya gobierno progresista tiene que votar directamente a Sánchez, no hay jugadas dobles o triples». Se ve que ya no hay cosas «positivas y esperanzadoras» en Errejón, por mucho que confesase a El País: «Yo sí habría aceptado la oferta de Pedro Sánchez».

 

El talante, clave

“Izquierda amable”. Así refirió Iglesias al espacio que lidera Errejón cuando este decidió abandonar Podemos. “Como si por ser de izquierdas hubiera que estar enfadados”, respondía éste. Y es que, probablemente, la diferencia más profunda entre ambos, más allá de sus orígenes y posiciones políticas actuales, son sus maneras, cómo ambos se manejan en sus intervenciones públicas, con los medios y con los otros actores políticos y sociales. El propio Iglesias ha reconocido en varias ocasiones que peca de “arrogancia” y “soberbia”, pero sobre todo peca –algo en lo que suelen coincidir los expertos en comunicación política- de un tono agresivo que acentúa esos rasgos negativos. Puede que Errejón también incurra en esos pecados, pero sus maneras lo disimulan. Y es que Errejón ha repescado un término que puso de moda José Luis Rodríguez Zapatero: el talante.

Éste es precisamente el pilar sobre el que Errejón está basando sus primeros pasos como candidato a la presidencia del Gobierno: un carácter conciliador que puede tener éxito en un clima social de extremo hartazgo ciudadano hacia sus representantes políticos, como  viene reflejando el CIS en los últimos meses. Mensajes en positivo para tratar de reivindicar una “cultura del acuerdo”.

Fue José Luis Rodríguez Zapatero quien hizo del talante una de sus banderas. / EP
Fue José Luis Rodríguez Zapatero quien hizo del talante una de sus banderas. / EP

De hecho, la brecha entre ambos se hace muy profunda en los primeros meses de 2016, cuando Iglesias, más pendiente del sorpasso que predecían las encuestas que de formar gobierno, apostó por votar no en la investidura de un Sánchez que, por aquel entonces, había suscrito un acuerdo con Albert Rivera. Errejón y los suyos plantearon la posibilidad de abstenerse y, con ello, permitir la investidura. Los inscritos de Podemos ratificaron la posición de Iglesias y ahí se acabó el debate. Pero en la cúpula de la formación morada, lo recuerdan de vez en cuando. Recuerdan que, una vez, Errejón quiso hacer presidente a Sánchez con un acuerdo con Ciudadanos, como algo de lo que debería quizá debiera avergonzarse el ahora candidato a la presidencia del Gobierno. Desde Más País niegan ahora la posibilidad de apoyar un acuerdo PSOE-Ciudadanos tras las elecciones del 10-N. Pero no hay que olvidar que, tras las elecciones de mayo, Errejón ofreció un acuerdo a PSOE y Ciudadanos para evitar que Madrid, en el Ayuntamiento y en la Comunidad, tuviera ejecutivos apoyados por Vox.

 

Anguita vs. Laclau

Ni en Unidas Podemos ni en Más País están interesados en convertir la campaña del 10-N en un duelo personal entre Iglesias y Errejón. Pero a nadie se le escapa –y menos a ellos-, que tienen muchas cuentas que saldar, muchos agravios acumulados y un duelo pendiente desde Vistalegre II, cuando Errejón no se atrevió a dar el paso para disputar la secretaría general. Ahora sí tendrá lugar el pulso latente desde entonces. Un pulso en el que, de un lado, están las tesis transversales del primer Podemos, que ahora tratan de ligar con la ecología política y el Green New Deal que defienden los partidos verdes, al alza en Europa, y figuras como Alexandria Ocasio-Cortez, al otro lado del Atlántico. Del otro,  las posiciones del núcleo duro que sustituyó a los errejonistas en la sala de mando de Podemos en 2017. El grupo capitaneado por Irene Montero, Rafa Mayoral y Juanma del Olmo, y criado políticamente, como Iglesias, en las juventudes comunistas.

De un lado, un peronismo a la española, diseñado por un Errejón ha evolucionado desde el anarquismo de su adolescencia al posmarxismo del argentino Ernesto Laclau. De hecho, Más País, el nombre que Errejón ha elegido para su nuevo proyecto político parece recordar a la expresión “construir pueblo”, que dio título al libro que escribió la politóloga belga Chantal Mouffe, viuda de Laclau. Del otro lado, un revival del anguitismo, pasado por el filtro del 15-M. Son dos culturales políticas diferentes que, a la larga, era difícil que convivieran en el mismo espacio político. Lo único que les unía –aún siendo mucho- era su interés, su estudio y su admiración por los movimientos políticos de izquierda en la América Latina de la primera década del siglo XXI, especialmente los casos de Venezuela y Bolivia.

Pablo Iglesias siempre ha señalado a Julio Anguita como uno de sus principales referentes políticos. /EP
Pablo Iglesias siempre ha señalado a Julio Anguita como uno de sus principales referentes políticos. /EP

En el prefacio de su tesis doctoral, publicada en 2008 –‘Multitud y acción colectiva postnacional’, centrada en el movimiento antiglobalización de principios de siglo-, Pablo Iglesias reserva uno de sus últimos agradecimientos a una persona con la que “encontré una complicidad intelectual poco frecuente. De esa complicidad han surgido ya algunos textos y proyectos de estudio que siguen abiertos. […] Iñigo Errejón, al que conocí comiendo pan con azúcar —es como un suizo, decía— en el puesto de chuches de la facultad. Tuve la suerte de darle una clase (una sola) que me permitirá, en el futuro, presumir de haber sido profesor nada menos que de Iñigo Errejón”. Tres años más tarde, en los agradecimientos de la suya –‘La lucha por la hegemonía en el primer gobierno del MAS en Bolivia’-, Errejón escribía: “Nos conocimos enfrentados, pero no tardamos mucho en comprender que veníamos del mismo sitio y debíamos cuidarnos, porque nos quedaba mucho camino por recorrer juntos. En Pablo Iglesias he encontrado un compañero de mente incisiva y voluntad bolchevique, así como un permanente estímulo intelectual. Él me enseñó que el arte de la guerra se practica con método y tesón, haciendo más que diciendo, como me quiere. Esta tesis y su autor le deben mucho más de lo que cabría en estas líneas”.