Fortalece tu sistema inmune

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Nuestro sistema inmunológico es el encargado de protegernos de los gérmenes y de cualquier organismo infeccioso con los que podemos toparnos en el día a día.

Este sistema de defensa puede debilitarse a media que envejecemos, pero también durante los cambios estacionales, cuando la alimentación que llevamos no es la correcta, si no dormimos lo suficiente, o cuando llevamos una vida sedentaria, mantenemos malos hábitos (fumar o beber alcohol habitualmente) o afrontamos variaciones bruscas de temperatura.

Cuando esto ocurre y las defensas de nuestro cuerpo empiezan a disminuir, somos más vulnerables a padecer los ataques de agentes externos que pueden dañar nuestra salud. Estos agentes son los que causan, sobre todo, los molestos catarros y resfriados. Por eso, es tan importante fortalecer nuestro sistema de defensas.

Comer muchas frutas y verduras frescas es vital durante las estaciones más frías del año. De esta forma nos aseguramos un buen aporte de vitaminas, sobre todo de la C, tan necesaria para aumentar nuestras defensas y la cual se encuentra fundamentalmente en los cítricos: las mandarinas, el limón, el pomelo y la naranja. Hazte un zumo natural de estas frutas cada mañana; es el primer paso. Beber infusiones calientes (en especial gordolobo o el eucalipto), té (recomendable el verde y el blanco) o incluso caldos vegetales también es beneficioso.

Factores de riesgo

Se ha demostrado que cuando una persona sufre un trauma emocional (depresión, ansiedad, aislamiento…) además de afectar al sistema nervioso central, influye en el sistema inmunológico. Por eso son más sensibles a padecer desde una simple infección hasta una enfermedad autoinmune (provocada por el propio organismo): psoriasis, síndrome de intestino irritable, colitis ulcerosa, artritis reumatoide… Y a la inversa: tener una visión positiva de la vida, ser optimista y agradable y esforzarse por superarse pueden atajar esos procesos infecciosos.

La obesidad y el sobrepeso son también factores de riesgo. El sobrepeso altera el funcionamiento de la insulina, la hormona encargada de facilitar energía a las células para que no se debiliten. De modo que es muy importante cuidad la alimentación: no abuses de las grasas ni de los azúcares. Cuida tu flora intestinal, duerme ocho horas diarias, ya que el insomnio hace que bajen los glóbulos blancos (llamados también leucocitos, que son las células encargadas de defender el organismo de infecciones y contribuyen a eliminar los residuos y los desechos) y comprueba que no te falte hierro para tener energía. Lo puedes encontrar en las carnes rojas, las aves, las lentejas o la yema de huevo.

Asimismo, existen los complejos vitamínicos que ayudan a evitar tener las ‘defensas bajas’. El propóleo, el boldo, la echinácea, el polen, la miel o la jalea real, entre otros, son suplementos cuyas propiedades favorecen que nos mantengamos jóvenes. Tomar el sol, siempre que se pueda, fuera de las horas más fuertes, entre las doce y las cuatro de la tarde, también ayuda a fortalecer nuestro sistema inmune.

Es necesario tener en cuenta que cuanto más potenciemos nuestras defensas, más sanos estaremos.